viernes, 12 de noviembre de 2010

Iglesia de Santiago - Carrión de los Condes

La iglesia de Santiago no tiene en su alzado interés artístico destacado, habiendo sufrido muchas modificaciones que hoy la han dejado sin carácter.

Donde de verdad tiene su valor es en la espléndida fachada que conserva un bella puerta y un portentoso Pantocrator con su apostolado. Todo ello es, sin duda, uno de los conjuntos escultóricos más importantes del arte románico hispano de finales del siglo XII, los años más fecundos en la escultura de esta interesante época. El Apostolado y la arquivolta figurativa, así como los capiteles de la puerta, han sido considerados y valorados ya de antiguo por los estudiosos del románico.


Comentarios sobre ellos hicieron Quadrado, Porter en 1929, Goldschmidt, Gómez Moreno, Gudiol y Gaya Nuño, y más recientemente Gaillard y otros especialistas, que siempre han estimado como obra maestra este magnífico conjunto de escultura románica.


La puerta lleva un solo capitel a cada lado que apoya en columna con fustes labrados de franjas helicoidales con cuatrifolios que se ven también en el claustro de San Andrés de Arroyo, y tienen ángeles esculpidos en la alto. Los capiteles parecen representar el triunfo del alma justa (el izquierdo) y la condenación de la pecadora (el derecho). La arquivolta historiadal leva veintidós figuras, sentadas la mayor parte, y dos leones acostados cerrando cada uno de los extremos. Cada figura parece actuar con las herramientas o instrumentos de su oficio. Así vemos al ceramista, herrero, fundidor, forjador de espadas, monje, arpista, zapatero, cerrajero, sastre, militar, juglar, etc.


El Apostolado, sobre una imposta de billetes, se centra en el Pantocrator que está sobre la misma clave de la puerta. Es este Cristo en majestad la representación más grandiosa del conjunto y una de las esculturas más solemnes y de más sentido clásico del románico occidental, con una prestancia de poder como la de un Zeus fidiaco. En algunos apóstoles se ve la mano del autor del Pantocrator, en tanto que otros parecen ser realizados por otro maestro. Mucho se ha discutido el origen, cronología y actuación de estos talleres de canteros que trabajan en Carrión, pero que también dejan huellas y discípulos por todo el románico del norte de Castilla. Hay quien les supone procedentes de Francia, otros les emparentan con las escuelas de Silos o de San Vicente de Ávila. Lo que si parece seguro es que su actividad se desarrolla entre 1160 y 1200, quizás no lejos de la influencia política directa del rey Alfonso VIII.


(según "Románico en Palencia" del Prof. M.A. García Guinea)

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