jueves, 26 de septiembre de 2013

Cementerio de Báscones de Ojeda

Báscones de Ojeda se sitúa en el valle del Ruedo, a unos 37 km al suroeste de Aguilar de Campoo.
Señala Julio González que el topónimo Vascones haría alusión al flujo de vascos en la labor repobladora que afectó a la comarca de la Ojeda desde el siglo X. No poseemos, sin embargo, ninguna mención histórica que haga referencia al primitivo templo de Bascones de Ojeda, a excepción de su dedicación a San Bartolomé, recogida en la Estadística de la Diócesis de 1345. Sabemos que en la localidad tenían posesiones los monasterios de Aguilar y Arroyo, y según Navarro, igualmente los duques de Frías. El Libro Becerro de las Behetrías dice que el lugar era solariego de la abadesa de San Andrés de Arroyo, quien poseía vasallos, al igual que la "comendadora de Santa Eufemia" (de Cozuelos). En el actual emplazamiento del campo santo se erigía la iglesia medieval, abandonada en el siglo XVII al construirse la actual, debido a la situación excéntrica de la antigua en relación al caserío y, según Navarro, por miedo al bosque en la que aquella estaba enclavada".
Los restos que nos interesan no se encuentran pues en la actual iglesia parroquial sinó reutilizados en la portada del cementerio, situado sobre una colina que domina la localidad por el este, a unos quinientos metros del núcleo urbano. Estos vestigios del primitivo edificio, que como señala la Estadística estaba dedicado a san Bartolomé (misma advocación de la actual parroquial), aparecen reutilizados a modo de cornisa sobre el dintel de la puerta del cementerio. Se trata de nueve dovelas y dos fragmentos de cornisa procedentes de una portada. Los fragmentos mejor decorados se sitúan hacia el exterior del recinto. Son seis piezas de entre 35 y 42 cm de longitud por 20 cm de altura, cuatro de ellas se decoran con cinco fias de billetes y la arista externa con bolas y flores, las dos centrales reciben un friso de hojas lisas sobre las que se disponen acantos que acogen piñas en sus puntas. Entre los acantos se labraron hojas lanceoladas de acusado nervio central. Los restos empotrados hacia el interior del campo santo muestran una dovela de billetes como las descritas, tres molduras con perfil de nácela y dos fragmentos de caveto de cornisa.
La forma curva y el tipo de decoración identifica estas piezas como fragmentos de al menos dos arquivoltas de portada. El seco tratamiento de los vegetales, su esquematismo y antinaturalismo, permile relacionar estos restos con las portadas de San Tirso de Vega de Bur, Arenillas de San Pelayo o Dehesa de Romanos, ejemplos de obras de cronología tardía dentro del siglo XII -desbordando frecuentemente en el XIII- en los que el vocabulario decorativo románico generado por la portada de Moarves se mantuvo, aunque esclerotizado por la mediana pericia de los artífices.


Texto: JMPM - Foto: JLAO

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