Los restos del priorato de "La Granja" o de "La Quinta" se encuentran desperdigados por un enclave de páramos, a unos 3 km al este del núcleo rural. Hasta allí se llega por un camino que discurre serpenteante por el fondo de un angosto valle, ascendiendo progresivamente por las tendidas laderas cubiertas de vegetación.
Testimonio de que el antiguo cenobio estuvo enclavado en esta zona de transición son las abundantes piedras que, dispersas, están por todas partes (muchas de las cuales han sido llevadas a los pueblos próximos para la edificación de viviendas),- algunas escuadradas, otras sin desbastar, y, las más, reutilizadas en la construcción de muretes o en la cimentación de ruinosos habitáculos monasteriales, como a la explotación agropecuaria.
Existen noticias de una pequeña comunidad monástica, compuesta por no más de diez miembros, que, bajo la advocación de San Miguel, estuvo en Valbuena, y que acaso pudiera tratarse de este priorato. Fue agregada al monasterio de San Pedro de Cárdeña por el conde de Castilla, Garci Fernández, y su esposa Ava el 11 de julio de 972.
En la parte más alta de la ladera, cerca de la culminación del páramo, se pueden observar las ruinas de la cabecera de una iglesia, últimos vestigios en pie del monasterio. Ocupa un solar llano y de forma alargada que, a modo de escalón, debió ser ganado a la cuesta, imponiendo al templo su orientación noreste-suroeste. Rodeados por una gran cantidad de sillares y cascotes, se yerguen el muro de cierre y un fragmento del de la epístola, que conformaron un ábside -posiblemente el único- de planta cuadrangular y remate plano. Está construido con sillería caliza aparejada en hiladas isódomas, reforzada en las esquinas por sendos contrafuertes terminados en vertiente, que también subsisten.
En el interior, las paredes -antaño enlucidas— están animadas por una moldura corrida que, horizontalmente, las divide a unos dos metros de altura,-de sección achaflanada, lleva esculpidas puntas de diamante, decoradas en cada faceta con incisiones paralelas a las aristas. Ocupa el rincón una columna acodada, de basa lisa y capitel poligonal con astrágalo, que se prolonga por encima de la citada imposta y recoge el enjarjado de la bóveda, hoy desplomada. Las tres caras del capitel tienen tallados de forma tosca motivos esquemáticos de carácter vegetal.
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