Dehesa de Montejo se emplaza en la zona alta de la comarca de la Ojeda. a unos 5 km al sur de Cervera de Pisuerga. La parroquial de San Pelayo se encuentra al este de la población, exenta de edificaciones y junto al camposanto moderno.
Desde época altomedieval existen vínculos entre Dehesa y la comarca cántabra de la Liébana.
En 964 Diego Muñoz y doña Aldena donaban el quinto de sus bienes al abad Opila de San Martín de Turieno y, entre otros, se citaban tierras en Dehesa de Montejo. En 1213 García Alvarez y su mujer Urraca Martínez vendían al prior don Martín de Santo Toribio de Liébana sus heredades en Dehesa de Montejo por una mula valorada en 40 maravedís. Un censo realizado en 1501 y conservado en Simancas señalaba que la villa pertenecía al condado de Pernía.
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La Iglesia de San Pelayo, construida en sillería, es obra levantada entre los siglos XV y XVII y posee nave única dividida en dos tramos y lo hace con bóveda de cañón reforzada por perpiaños doblados. La amplia cabecera, del siglo XVII lo hace con bóveda de crucería. De su estructura originarla supuestamente románica apenas nada se conserva, a excepción de algunos sillares en el paramento septentrional sobre los que apoyan contrafuertes prismáticos, un reducido tramo a los pies y la típica espadaña pétrea que se eleva sobre el citado tramo. Esta se presenta con los elementos constitutivos propios: dos vanos apuntados amenizados con chambranas, campanil y remate a piñón. El atrio y la sacristía se disponen en el lado meridional. La cabecera está perforada por dos óculos en el lado de la epístola donde advertimos restos de una moldura sogueada de cronología medieval.
La escasez de datos y la sencillez de lo conservado apenas permite ofrecer una dotación aproximada y una adscrípción estilística. Si tenemos en cuenta la portada, todo parece indicar que se trataba de un edificio de nave única iniciado en pleno siglo XIII.
El único vestigio ornamental es la portada sur de tipología románica aunque erigida en época gótica, compuesta por un arco de medio punto y dos arquivoltas con guardapolvo que combinan baquetones y escocias. Los autores del Inventario Artístico provincial la datan en el siglo XIII.
Los capiteles fueron sometidos a una fuerte limpieza durante la restauración de 1988. Las basas son de época, con garras en forma de toscos rostros
(Románico Digital - Texto: AMMT – Foto JLAO)
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